22 diciembre 2009

¡Pásame otra gamba!

Llevo cinco minutos intentando seleccionar un fragmento de la columna de opinión de Alfredo Gómez Cerdá que apareció en Babelia el pasado sábado 19 de diciembre, y no me decido.

OPCIÓN A:
A sesudos intelectuales les he oído decir -para repudiar indirectamente la LIJ, por supuesto- que se iniciaron en la lectura a los cinco o seis años con la Ilíada, la Odisea, o las obras completas de Shakespeare. Me alegro por ellos y por su precocidad, pero les aseguro que se han perdido libros maravillosos, que ya nunca se van a atrever a recuperar -aunque sí a denostar-.

OPCIÓN B:
Escribir literatura infantil y juvenil es elegir una de las opciones más mágicas y creativas que puede tomar un adulto que siente la llamada de las letras; es recrear con total libertad el mundo infinito y complejo de los niños y de los jóvenes, un mundo que debería interesar también y de manera especial a los adultos; es aplicar los cinco sentidos a la obra literaria; es rigor absoluto para levantar un sólido puente de palabras que una el universo del que escribe con el universo del que lee; es pasión, amor, dolor, incertidumbre, gozo, duda, curiosidad, trabajo...

OPCIÓN C:
Todo cabe en la literatura infantil y juvenil, y todo cabe de mil maneras distintas. Del derecho y del revés, desde fuera y desde dentro, con lógica o sin sentido, con risa o con llanto, con los ojos abiertos o con los ojos cerrados... Un escritor puede expresar todo lo que lleva dentro aunque escriba para niños y jóvenes. Sueños, frustraciones, alegrías, pesadillas. Todo. Y quizá, en ese intento por conseguir simplemente que los niños y los jóvenes le entiendan, él mismo podrá entenderse mejor.

OPCIÓN D:
No estaría mal que todos los escritores hiciesen una incursión en la LIJ. ¡Aprenderían tanto! Es mucho más fácil la retórica. Es mucho más fácil perderse deliberadamente en el laberinto, sabedores de que el Minotauro ya está muerto, e ignorar el atajo luminoso. La literatura infantil y juvenil es ese atajo, el camino que nos lleva directamente. Y en el fondo la literatura es solo eso: el hilo misterioso y clarividente de Ariadna.

¿Resumen?
El artículo es tan bueno, que deben salir de aquí ahora mismo y leerlo entero.
Y luego, acérquense a una librería o a una biblioteca, pasen un rato hojeando libros infantiles, y regálense el que más les guste.

4 comentarios:

eduideas dijo...

pues sí que es bueno

I. CAMACHO dijo...

Nuestros respetos a la literatura infantil y juvenil, por la que apostamos desde nuestro centro, nuestro Plan de Fomento de la Lectura y nuestro blog Bibloranca. ¡Feliz Navidad y felices lecturas!

Amkiel dijo...

Ando todavía disfrutando de la saga de “Harry Potter”, quiero tomar prestado las “Memorias de Idhún” y, de vez en cuando, releo capítulos de “Platero y yo”. Si es verdad hay que mantenerse eternamente jóvenes, ¿qué mejor forma de hacerlo?

Anónimo dijo...

Estoy leyendo "el viento en los sauces", y tengo 40 tacos... ¿por que no me lo recomendaron en el colegio cuando tenía doce años, o más, e insistían tanto en leer "El buscón", que no había forma de entenderlo...?